La verdad, nunca imaginé que una estancia en preescolar pudiera dejarme tantas emociones, aprendizajes y sonrisas sinceras. Desde el primer momento, supe que algo especial me esperaba.💗
Al llegar al salón, fui recibido con una gran calidez por la maestra Carmen y la maestra Edina, quienes nos recibieron con sonrisas que aligeraron cualquier nervio. Aun así, debo admitir que sentí un poco de incomodidad y nerviosismo, sobre todo con mi compañera Avril, ya que no sabíamos muy bien cómo nos desenvolveríamos juntos. Pero poco a poco todo fue fluyendo, y la experiencia terminó siendo mejor de lo que esperaba.💚💛
Durante los primeros días de observación, tuvimos la oportunidad de convivir con los niños, ayudar a los docentes en actividades cotidianas, aprendernos sus nombres y salir con ellos al recreo. Me sorprendió mucho ver lo inteligentes, espontáneos y autodidactas que son a tan corta edad. Cada niño tenía una forma distinta de expresarse y relacionarse, y eso me permitió ver el mundo desde una perspectiva mucho más honesta y pura.😁
Ya en la fase de ejecución, me tocó trabajar junto con Avril el tema de las “medidas no convencionales”, y fue realmente emocionante. Planeamos actividades divertidas: vimos un video relacionado, bailamos, cantamos, y hasta salimos al patio para experimentar lo aprendido de forma vivencial. La energía de los niños era contagiosa, su entusiasmo por aprender a través del juego me reafirmó por qué la educación inicial es tan fundamental.
Al final, nos despedimos con una sonrisa enorme y les entregamos unos pequeños obsequios como muestra de cariño. Ese gesto fue simple, pero muy significativo. Se notaba que se sintieron queridos y valorados, y eso para mí fue lo más importante.
Sin duda, esta experiencia en preescolar fue una de las más enriquecedoras y conmovedoras que he vivido. No solo por lo que aprendí de la docencia, sino por lo que los niños me enseñaron a mí: a disfrutar el momento, a ser paciente, y a valorar los pequeños grandes gestos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario